En México se introdujo una nueva forma de producción teatral. Implicada con una serie de factores sociales y económicos, la nueva forma de vender el teatro por horas llevo a la masificación y comercialización del teatro lo cual a su vez provoco la convergencia de dos tradiciones teatrales, el género chico español, y el teatro popular mexicano.
Los cuales reúnen piezas emblemáticas de la dramaturgia nacional como La hija del rey, de José Peón Contreras; Contigo pan y cebolla, de Manuel Eduardo de Gorostiza, y Pastorela en dos actos, de Joaquín Fernández de Lizardi, entre otras.
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